Contexto islámico Varo

CONTEXTO HISTÓRICO, POLÍTICO, RELIGIOSOS, ECONÓMICO, SOCIAL Y CULTURAL El surgimiento de la civilización islámica tiene su origen en el impulso de la nueva religión predicada por Mahoma (571-632) y su capacidad de unificar a los pueblos nómadas  y comienza en La Meca la predicación de una fe


El credo predicado por Mahoma trataba de armonizar el mantenimiento de ciertos valores ligados a la vida nómada con una nueva fórmula religiosa que respondiera a las exigencias del nuevo género de vida surgido del comercio y el carácter urbano de la civilización que estaba formándose en torno a ciudades como Medina, corazón de las rutas caravaneras que unían, a través del desierto, oriente y occidente. Entre estos viejos valores estaban el patriarcado dentro de un sistema de relaciones tribales y la obligación de seguir ciertas prescripciones dietéticas. 

El rechazo de su propia ciudad le obliga en el año 622 a protagonizar la Hégira o huida hacia Medina, acontecimiento que servirá de punto de partida para la cronología musulmana. A la muerte de Mahoma el Estado teocrático fundado por él se extendió rápidamente por toda Arabia, Siria, Persia y Egipto. En su expansión los musulmanes adoptan y nacionalizan las formas vigentes en las tierras conquistadas, rebosantes de reliquias del arte romano, bizantino, persa, visigodo, etc. Así se explica el hecho de que una religión surgida en el desierto incorpore con decisión bellas formas para sus lugares de culto. 

Podemos establecer dos etapas para los primeros tiempo de expansión y consolidación de la civilización islámica clásica, que coinciden con el reinado de las dos primeras dinastías que lograron mantener unido el imperio árabe: 

1. El período de la dinastía Omeya (el Califato Omeya 661-750). Las conquistas más espectaculares se produjeron hacia occidente, pues tras someter a los bereberes norteafricanos, el camino hacia la península Ibérica quedó franco. Las disensiones entre las distintas facciones visigodas facilitarían la penetración y rápida conquista en el año 711 del reino visigodo por parte de los árabes. La expansión musulmana en occidente será frenada por los francos en 731, en la batalla de Poitiers, fijándose en los Pirineos el límite máximo de progresión islámica en occidente. En la primera mitad del s. VIII se estabilizaron las fronteras políticas de lo que será el mundo musulmán clásico, donde se asentará su civilización y, por tanto, también su arte. Damasco, la 2 capital de Siria, convertida en el centro político del imperio árabe será, también, su principal centro creador. 

2. El período Abbasi (el Califato Abbasi 79-945), en esta segunda época las fronteras políticas dejan de coincidir con las fronteras religiosas, pues hay territorios como Al-Andalus, el Norte de África y las zonas ocupadas de la India, que escapan a la autoridad política del califa. La capital se ha trasladado de Damasco a Bagdad (la actual capital de Irak) y la influencia persa crece de forma notable en la cultura y el arte islámico. 

La evolución política posterior, especialmente la preponderancia que tendrán las dinastías turcas, tendrá una profunda influencia en el ámbito cultural y artístico. Geográficamente el Islam llegará hasta las lejanas tierras de Indonesia por oriente, después de haber penetrado el centro del continente asiático y el africano. El Islam sigue siendo, aún hoy, una religión en expansión a escala mundial. 

El Islam Como sucede con el cristianismo, el Islam pertenece a una nueva generación de religiones que no tiene una base tribal, sino que se dirige al individuo. Pero quizás va más lejos en su ruptura con las viejas fórmulas religiosas al suprimir el sacerdocio o, lo que es lo mismo, predicar el sacerdocio universal. La liturgia, por tanto, se reduce a la oración individual y su instrumental sencillamente no existe. Una fe de contenidos simples y abstractos a los que corresponderá un arte que se puede definir con los mismos adjetivos. 

Mahoma asumió la tradición monoteísta hebraica, incluyéndose él mismo en la nómina de profetas como el último y definitivo portavoz del mensaje divino. Como otros profetas, la tradición refiere su ascensión al cielo desde una roca situada en el lugar donde estuvo el templo de Salomón. La construcción de la Cúpula de la Roca (669) constituyó, pues, un gesto de apropiación simbólica de un lugar sagrado para judíos y cristianos, reafirmando con ello el carácter superador que tenía el Islam en relación con la tradición judeocristiana. Mahoma se considera, por tanto, un profeta divino que viene a culminar la labor de los profetas del antiguo Testamento hebreo y del propio Jesucristo. 

Mahoma acepta el monoteísmo hebreo y cristiano (las religiones del Libro, la Biblia), como base de su nueva religión. El Dios de los árabes recibe el nombre de Alá. Las revelaciones en forma de máximas o aforismos que Mahoma recibía cuando caía en éxtasis, fueron recogidas por sus discípulos y recopiladas en El Corán.. Este libro recuerda el Talmud judío y los Evangelios apócrifos. La doctrina de Mahoma es muy sencilla. Sus preceptos no pueden ser más simples: hermandad, ayuda mutua y limosna, en el campo social; abluciones, oración (cinco veces al día en dirección a La Meca) y prohibiciones dietéticas, en el campo individual. Mahoma siguió fiel a la peregrinación a La Meca y a la “Piedra Negra”, que se interpretó como un anticipo de la revelación monoteísta. 

El nombre que tomó esta religión, Islam, significa “abandono a la voluntad de Dios” y resulta significativa de la esencia providencialista y fatalista de estas creencias. Los fieles del Islam, se llaman “muslimes” o musulmanes (sometidos). Mahoma concibe la “Guerra Santa” (Yihad) como una forma de combate interior e individual contra el mal, 3 pero también como un medio para facilitar la expansión del Islam a través de las armas. Se siente un instrumento fatal en las manos de Dios, llamado a difundir por todo el mundo su religión, por la fuerza incluso si era rechazada. 

El entusiasmo religioso que despertó esta religión, uno de cuyos ideales era morir en combate, hizo invencible al ejército árabe en los primeros tiempos. En la actualidad el auge del integrismo islámico (la variante más fanática del Islam) ha revitalizado este entusiasmo a través de los terroristas suicidas que, al morir en combate según su propia percepción, se convierten en mártires y, por tanto, van directamente al paraíso islámico. 

El Corán no es sólo un libro religioso, sino que regula toda la vida musulmana y es el código fundamental de los musulmanes. Está dividido en 114 Suras o apartados. El otro libro que recoge la tradición es la “Sunna”, recopilada por el teólogo Al-Bochari. Las obligaciones de los musulmanes son el ayuno, prescrito desde el alba hasta la puesta del sol, durante el mes del Ramadán, noveno mes del año lunar árabe; la limosna y la hospitalidad para con todos los musulmanes y los extranjeros; la ablución (limpieza y purificación), la oración cinco veces al día y la peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida, de todo musulmán piadoso. Permite la poligamia y prohíbe algunas comidas, como el cerdo, el alcohol, etc.

Las dos grandes sectas o corrientes musulmanas están relacionadas con las diferentes interpretaciones que se producen del mensaje de Mahoma tras su muerte. La Sunnita u ortodoxa, partidarios de la familia Omeya, aceptaban el Corán y la Sunna. Sus partidarios pertenecían a las clases ricas de Arabia y de los nuevos países conquistados. La Shiíta, no aceptaban la Sunna y creían que la interpretación del Corán (al que añadían un capítulo enalteciendo la personalidad de Alí, yerno del Profeta Mahoma, al que se mitifica), debía de hacerla un personaje, el mejor musulmán, un imán, que debía buscarse entre los descendientes directos de Mahoma. Contaron con el apoyo de las clases populares y eran partidarios de una visión más rigorista de as normas que contiene el Corán; geográficamente enraizaron en el actual Irán, la antigua Persia. Actualmente la mayoría de los musulmanes son sunnitas; los shiítas dominan el actual Irán (donde existe un régimen teocrático controlado por los ayatolahs, el clero musulmán) y están esparcidos por diferentes regiones del próximo oriente. 

La expansión del Islam entre los árabes y entre los pueblos que posteriormente se islamizaron, se debió tanto a los frutos de la predicación como a la guerra. Islam en árabe significa sumisión y, generalmente, al sometimiento militar sucedía la conversión religiosa, favorecida por las ventajas socioeconómicas que el nuevo estado ofrecía a quienes se sometían al Islam. Este hecho, junto al perfil igualitario de la comunidad religiosa (Umma), explican su rápida difusión, especialmente entre las clases populares del creciente fértil, primero, y de amplias regiones de las zonas áridas de Asia y África, después. 

Los musulmanes copiaron gran parte de sus órganos de gobierno de Persia y Bizancio. El poder central era absoluto y teocrático y descansaba en la persona del “Califa”, que es el jefe político y religioso de los musulmanes. Esta unión del poder político y religioso es uno de los elementos que todavía hoy dificultan la modernización 4 política y social de las sociedades musulmanas, debido a la gran influencia que tiene el clero islámico en todas las esferas de la vida social, política y cultural. 

En las ciudades de los territorios conquistados, como centros políticos, económicos, religiosos y culturales, una nueva organización social configuraba distintos estamentos: los representantes del califa; la aristocracia militar, siempre de origen árabe; la nobleza local, que mantenía ciertos privilegios; los funcionarios de los órganos de poder; y los artesanos y comerciantes, que constituían la clase media y baja, y se agrupaban en barrios distintos según su oficio. 

En las zonas rurales, la agricultura recibió también un fuerte impulso gracias a la demanda creciente del comercio y al desarrollo de sistemas y técnicas de regadío que incrementaron la producción, así como la diversidad y especialización de los cultivos. Además, tal como sucedía en los talleres propiedad del Estado, el patrimonio de los territorios conquistados era trabajado por campesinos libres a cambio de una renta, o por mano de obra esclava procedente de África y del Este de Europa. Ello produjo enormes beneficios y la oportunidad de consolidar, mediante la exportación de los productos, una fuerte economía en el imperio.

 En cuanto a la producción manufacturada, destacan la marroquinería, fruto del desarrollo creciente de la ganadería, la fabricación de papel cuya técnica importaron de China, el vidrio y, especialmente, la industria textil (tejidos de algodón, lino, seda, mantas y alfombras), que alcanzaron un prestigio que todavía perdura. 

La sociedad islámica, como la cristiana, fue básicamente estamental, de tipo feudal. En la cúspide de la sociedad estaba el califa o el emir, un descendiente del Profeta que estaba por encima de los demás mortales, pero que gobernaba los asuntos terrenales. Era, al mismo tiempo, jefe espiritual y temporal.

AQUÍ ME HE HARTADO DE SUBRAYAR Y LEER El califa, es el único con poder para interpretar las leyes establecidas en el Corán. El segundo escalón lo constituía la aristocracia funcionarial. En realidad no existía una nobleza como la cristiana, sino que los aristócratas eran la familia real, árabes y los que tenían cargos de importancia concedidos por el califa, el cual los dotaba con rentas y tierras. En el tercer escalón estaban los notables, ricos y poderosos, letrados, comerciantes, artesanos, etc. En su mayoría fueron bereberes. Por debajo estaba la masa, o pueblo, que era la categoría inferior de los miembros libres de la sociedad islámica. Encuadrados en el pueblo estaban desde los campesinos más pobres, no mejor considerados que los mozárabes pobres (en AlAndalus), hasta los artesanos con posibles de las ciudades. Los judíos también tenían su jerarquía interna, encabezada por los rabinos. Ambas sociedades estaban sometidas al poder califal, e incluso a algún noble árabe. En cuanto a la cultura, los árabes aportaron a Occidente y a las otras áreas de influencia sus amplios conocimientos en el terreno científico: álgebra, trigonometría, física, química, matemáticas, astronomía, farmacia, medicina, geografía, historia y filosofía. Aplicaron el sistema de numeración decimal, lo que les permitió elaborar los primeros cálculos algebraicos y trigonométricos. De Oriente importaron también la 5 pólvora y la brújula, a la vez que desarrollaban técnicas hidráulicas para el aprovechamiento del agua, el alcantarillado, los baños públicos y las canalizaciones de regadío. También realizaron importantes logros en medicina y cirugía que, recogidos en textos especializados por filósofos y médicos de la talla de Avicena, Al Razi o Averroes, fueron traducidos al latín y consultados por los médicos europeos. En cuanto a la literatura y la filosofía, estudiaron y tradujeron a Aristóteles y Platón, lo que permitió preservar y difundir el saber de la Antigüedad clásica. Cultivaron la poesía, el cuento, la novela y escribieron textos filosóficos y religiosos. La obra del poeta Hassan Ibn Tabib, los cuentos de Las mil y una noches, o los libros de viajes de Al Idrisi o Abu Dulaf, conocedores de las teorías del griego Tolomeo, son claros exponentes de su universalidad. La expansión del Islam en occidente: la España musulmana En su expansión hacia occidente, los musulmanes árabes y sirios desembarcan en tarifa en el año 711 y vencen a los visigodos en la batalla de Guadalete. No son más de 35.000, pero conquistan con relativa rapidez el reino Visigodo, muy debilitado por las luchas internas. Los nuevos invasores predican la igualdad, liberan a los siervos y se muestran tolerantes con la religión de sus pobladores. Muchos cristianos mantuvieron sus creencias bajo el poder político musulmán, fueron los mozárabes, aunque la mayoría de la población hispanogoda acabaría convirtiéndose a la nueva religión. Del año 711 al 756, la península, que empieza a ser llamada Al-Andalus, será gobernada por emires (gobernadores) dependientes del Califa Omeya de Damasco. El año 756 Abderramán I, un príncipe Omeya, que escapó de la matanza de Abu Abbas (el nuevo califa del Imperio Árabe que trasladará su capital a Bagdad), se instala y apodera del emirato de Al-Andalus, cuya capital era Córdoba, titulándose emir independiente. En 911, Abderramán III, descendiente suyo, se proclama califa, independizándose totalmente de Bagdad. Durante el emirato aún se reconocía la supremacía religiosa del califa de Bagdad; a partir de este momento, se rompe la unidad religiosa del Imperio Árabe. El siglo X coincide con el momento de mayor esplendor del Califato Cordobés. Sus sucesores Al-Hakan II, Hixem II, etc. prolongan el esplendor hispanomusulmán hasta el año 1031, en que el califato se fragmenta en multitud de reinos independientes llamados “taifas”. Esta fragmentación de Al-Andalus impulsará la expansión de los pequeños reinos cristianos (Reino Astur-Leonés, Navarra, Castilla, Aragón, etc.) que se habían ido consolidando en el norte de la península Ibérica, y que pronto se emanciparán de la tutela cordobesa. Esta expansión se producirá hacia el sur, aprovechando la tierra de nadie que existía en torno al valle del río Duero. Los historiadores cristianos llamaron a esta conquista, “Reconquista” por considerar que estaban restaurando la unidad política del desaparecido reino visigodo, pero en realidad nada tenía que ver con aquello. Eran otros tiempos, pero como elemento justificador y legitimador de la expansión cristiana venía muy bien. 6 Durante los siglos XII y XIII Al-Andalus se vió reforzado por la llegada de los Almorávides, primero, y de los Almohades, después, que intentaron, sin éxito, frenar el avance cristiano hacia el sur. En el año 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa, los almohades fueron derrotados definitivamente por una coalición de reinos cristianos. El final de al-Andalus será el reino nazarí de Granada, en la Andalucía oriental, que todavía logrará mantener un simulacro de reino independiente hasta el año 1492 cuando los Reyes Católicos (que había unido las dinastías reinantes en Castilla y Aragón), decidieron conquistar definitivamente este reino. Se ponía fin a una etapa que se había iniciado con la llegada de las tropas de Tariq en el año 711. Desde el punto de vista artístico distinguiremos dos etapas o momentos claramente diferenciados: el arte de época califal, centrado en las realizaciones cordobesas; y el arte nazarí, centrado en el palacio de la Alhambra de Granada. Durante ocho siglos la presencia del Islam en occidente servirá para consolidar el legado de las grandes civilizaciones de la antigüedad y difundirlo a todo occidente. La filosofía griega, la ciencia, la medicina, las matemáticas, etc. recibirán un extraordinario impulso en la civilización islámica, que sabrá adoptar como propia la cultura de los pueblos sometidos y dotarla de un nuevo impulso. Síntesis y puente de civilizaciones es la mejor definición que cabe hacer de esta época clásica de la civilización islámica.

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